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Copa Deambuladores de América
En el marco de la primera final de Libertadores a partido único, la CONMEBOL se ve obligada a mudar esta definición por segundo año consecutivo. Pero obviando estos imprevistos, esta innovación ¿Es realmente una mejora o sólo más negocio? El silbato suena en el estadio de Lanús y consagra campeón de la edición 2017 de la Copa Libertadores al Gremio de Porto Alegre. Nadie lo sabe, pero será la última vez que veremos una final en cancha de alguno de los equipos implicados en su disputa. En el transcurso del año siguiente, la CONMEBOL determinará que a partir de la edición 2019, la final de la Libertadores (y también la Sudamericana) se disputará en terreno neutral y a partido único. Como en la Champions League. Pero esto no es la Champions League. Y América no es para nada Europa. Mención aparte merece la final de 2018. Los incidentes previos al partido de vuelta de la histórica serie entre Boca y River ¿obligó? a mudar la definición a nada más y nada menos que al Santiago Bernabéu en Madrid. Si bien la sede es un disparate y se había jugado ya la ida en la Bombonera, el empate dejó la sensación de que esto sería un adelanto de lo que sucedería al año siguiente. Una FINAL única. El desenlace es conocido y, tras dar vuelta la página en el calendario, arrancó ahora sí la copa que se definiría a partido único en Santiago de Chile. Pero otra vez el destino tenía preparada otra cosa para esta definición. Aunque ajenos al fútbol, otra vez los disturbios obligan a mudar el escenario para la final. El 23 de noviembre sigue marcado en los calendarios de la CONMEBOL, River y Flamengo, pero ahora todos deberán trasladarse al Estadio Monumental de Universitario en Lima, Perú. Otra vez, a nada de definirse al campeón de América, la copa hace las valijas y sorprende ¿o no? a los hinchas y espectadores neutrales. Y volviendo a que esto no es Europa, aquí es donde la CONMEBOL falla enormemente aunque los planes salgan según lo previsto. Las distancias entre clubes, ciudades y países no son las mismas que en el viejo continente. En estos lares, para ir de Argentina a casi cualquier parte del continente es obligatorio subirse a un avión. En cambio sabemos que un fanático del Madrid puede tranquilamente viajar en tren o algún medio de transporte más económico para ver a su equipo en Milán, París, Amsterdam o hasta Kiev. Mientras tanto de este lado del mundo no sólo hay que soportar engordar los resúmenes de las tarjetas de crédito para pagar a las (oportunistas) líneas aéreas que retocan sus precios ayer a Santiago, y hoy a Lima sino que además no se tiene una noción clara de lo que pueda pasar cualquier día en cualquier país que impida jugar un partido de fútbol. Hasta ahora, lo único que representa la final a partido único es un negocio único para pocos.
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Copa Deambuladores de América
En el marco de la primera final de Libertadores a partido único, la CONMEBOL se ve obligada a mudar esta definición por segundo año consecutivo. Pero obviando estos imprevistos, esta innovación ¿Es realmente una mejora o sólo más negocio? El silbato suena en el estadio de Lanús y consagra campeón de la edición 2017 de la Copa Libertadores al Gremio de Porto Alegre. Nadie lo sabe, pero será la última vez que veremos una final en cancha de alguno de los equipos implicados en su disputa. En el transcurso del año siguiente, la CONMEBOL determinará que a partir de la edición 2019, la final de la Libertadores (y también la Sudamericana) se disputará en terreno neutral y a partido único. Como en la Champions League. Pero esto no es la Champions League. Y América no es para nada Europa. Mención aparte merece la final de 2018. Los incidentes previos al partido de vuelta de la histórica serie entre Boca y River ¿obligó? a mudar la definición a nada más y nada menos que al Santiago Bernabéu en Madrid. Si bien la sede es un disparate y se había jugado ya la ida en la Bombonera, el empate dejó la sensación de que esto sería un adelanto de lo que sucedería al año siguiente. Una FINAL única. El desenlace es conocido y, tras dar vuelta la página en el calendario, arrancó ahora sí la copa que se definiría a partido único en Santiago de Chile. Pero otra vez el destino tenía preparada otra cosa para esta definición. Aunque ajenos al fútbol, otra vez los disturbios obligan a mudar el escenario para la final. El 23 de noviembre sigue marcado en los calendarios de la CONMEBOL, River y Flamengo, pero ahora todos deberán trasladarse al Estadio Monumental de Universitario en Lima, Perú. Otra vez, a nada de definirse al campeón de América, la copa hace las valijas y sorprende ¿o no? a los hinchas y espectadores neutrales. Y volviendo a que esto no es Europa, aquí es donde la CONMEBOL falla enormemente aunque los planes salgan según lo previsto. Las distancias entre clubes, ciudades y países no son las mismas que en el viejo continente. En estos lares, para ir de Argentina a casi cualquier parte del continente es obligatorio subirse a un avión. En cambio sabemos que un fanático del Madrid puede tranquilamente viajar en tren o algún medio de transporte más económico para ver a su equipo en Milán, París, Amsterdam o hasta Kiev. Mientras tanto de este lado del mundo no sólo hay que soportar engordar los resúmenes de las tarjetas de crédito para pagar a las (oportunistas) líneas aéreas que retocan sus precios ayer a Santiago, y hoy a Lima sino que además no se tiene una noción clara de lo que pueda pasar cualquier día en cualquier país que impida jugar un partido de fútbol. Hasta ahora, lo único que representa la final a partido único es un negocio único para pocos.
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Copa Deambuladores de América
En el marco de la primera final de Libertadores a partido único, la CONMEBOL se ve obligada a mudar esta definición por segundo año consecutivo. Pero obviando estos imprevistos, esta innovación ¿Es realmente una mejora o sólo más negocio? El silbato suena en el estadio de Lanús y consagra campeón de la edición 2017 de la Copa Libertadores al Gremio de Porto Alegre. Nadie lo sabe, pero será la última vez que veremos una final en cancha de alguno de los equipos implicados en su disputa. En el transcurso del año siguiente, la CONMEBOL determinará que a partir de la edición 2019, la final de la Libertadores (y también la Sudamericana) se disputará en terreno neutral y a partido único. Como en la Champions League. Pero esto no es la Champions League. Y América no es para nada Europa. Mención aparte merece la final de 2018. Los incidentes previos al partido de vuelta de la histórica serie entre Boca y River ¿obligó? a mudar la definición a nada más y nada menos que al Santiago Bernabéu en Madrid. Si bien la sede es un disparate y se había jugado ya la ida en la Bombonera, el empate dejó la sensación de que esto sería un adelanto de lo que sucedería al año siguiente. Una FINAL única. El desenlace es conocido y, tras dar vuelta la página en el calendario, arrancó ahora sí la copa que se definiría a partido único en Santiago de Chile. Pero otra vez el destino tenía preparada otra cosa para esta definición. Aunque ajenos al fútbol, otra vez los disturbios obligan a mudar el escenario para la final. El 23 de noviembre sigue marcado en los calendarios de la CONMEBOL, River y Flamengo, pero ahora todos deberán trasladarse al Estadio Monumental de Universitario en Lima, Perú. Otra vez, a nada de definirse al campeón de América, la copa hace las valijas y sorprende ¿o no? a los hinchas y espectadores neutrales. Y volviendo a que esto no es Europa, aquí es donde la CONMEBOL falla enormemente aunque los planes salgan según lo previsto. Las distancias entre clubes, ciudades y países no son las mismas que en el viejo continente. En estos lares, para ir de Argentina a casi cualquier parte del continente es obligatorio subirse a un avión. En cambio sabemos que un fanático del Madrid puede tranquilamente viajar en tren o algún medio de transporte más económico para ver a su equipo en Milán, París, Amsterdam o hasta Kiev. Mientras tanto de este lado del mundo no sólo hay que soportar engordar los resúmenes de las tarjetas de crédito para pagar a las (oportunistas) líneas aéreas que retocan sus precios ayer a Santiago, y hoy a Lima sino que además no se tiene una noción clara de lo que pueda pasar cualquier día en cualquier país que impida jugar un partido de fútbol. Hasta ahora, lo único que representa la final a partido único es un negocio único para pocos.