El partido de ida de la semifinal de Copa del Rey entre Barcelona y Real Madrid estaba marcado en rojo en la agenda de Vinicius como su primer Clásico como ‘merengue’. Y es que además se trataba del primer partido importante de la joven sensación brasileña desde su afianzamiento en la titularidad con Santiago Solari.
Ya durante este inicio de 2019 Vinicius ha hecho méritos para quedarse en el primer equipo al darle un aire fresco de actitud y ganas al insípido ataque del Real Madrid. Eso aunado a su innegable talento lo situaron como uno de los referentes ofensivo del equipo y como máximo asistidor madridista en lo que va de curso. Lo que tiene el brasileño es que cada vez que recibe el balón genera expectación, porque sabes que va a hacer alg diferente, que va a intentar algo.
Vinicius llegó a Camp Nou con la clara intención de mostrarse, de demostrar que la camiseta del Real Madrid no le queda grande. Sin embargo, parece que las ganas y el ímpetu le ganaron a la razón del brasileño en su primer Clásico. Quizás fue la falta de experiencia, quizás fue el saber que el asistente de Tite estaba presente en Camp Nou única y exclusivamente para ver su desempeño, no sé.
Lo cierto es que Vinicius fue de más a menos en el partido y nos dejó la sensación de que si el Real Madrid no pudo sentenciar el partido en el primer tiempo fue por él. No estoy insinuando que jugara mal ni mucho menos; Vinicius fue igual de irreverente, incisivo y desequilibrante que de costumbre. No le importa que lo marque un defensa del Alavés o que lo esté marcando un tal Gerard Piqué, el siempre intentará el regate y casi siempre lo logrará. De hecho, el gol madridista nace de una acción de un centro de Vinicius desde la banda.
Pero dejando eso de lado, nos encontramos malas decisiones en el traslado del balón que resultaron en perdida de la posesión, malas decisiones de cara al arco teniendo compañeros en mejor posición y desperdiciando ocasiones claras de gol, además de varios remates al arco que sin duda un niño de 10 años lo haría mejor. Si yo fuera Solari en la primera oportunidad que tuviera lo llamaba a la banda y le pegaba un regaño monumental al brasileño.
Jamás le criticaría su espíritu ni actitud, porque en buena parte eso es lo que lo ha hecho sobresalir por encima de la apatía e insipiencia de muchos de sus compañeros. Pero Vinicius también debe estar consciente de rol que tiene en el equipo y de sus habilidades individuales; porque así como tiene un regate endiablado, tiene una definición pésima. Yo pensé que Morata era malo pateando al arco hasta que vi a Vinicius. Me resulta hasta ridículo que un jugador profesional, delantero, una de las más grandes promesas del fútbol mundial debute en primera división sin saber rematar decentemente. Si el fútbol fuera un deporte que se jugara sin portería, no tengo la menor duda de que Vinicius sería el mejor jugador del mundo.
Con esto no quiero criticar al brasileño o echarle tierra a lo que ha logrado en Madrid en tan poco tiempo, pero él debe calmarse y entender que no debe asumir un rol de líder futbolístico del equipo que no le corresponde y que simplemente no puede cargar, al menos de momento. Y en el Real Madrid deben ayudarlo a crecer como futbolista porque achacamos sus fallos y errores a su juventud, pero en verdad son cosas que un jugador profesional en que esta llamado a ser de los mejores del mundo ya debería tener dominado. Cuando vemos que Mbappé a los 18 años destrozo al City de Guardiola o las cosas que hace su compatriota Rodrygo con menos edad, nos damos cuenta que no es un problema de edad o inexperiencia, sino del jugador. Si no corrige sus deficiencias va a llegar a 24 años siendo un jugador mediocre, siendo un Sterling cualquiera que tiene que estar rodeado de un super equipo para tapar sus inmensas deficiencias.
No tengo dudas de que Vinicius será un buen jugador, que será importante en la aspiraciones del Real Madrid en lo que resta de la temporada y que con toda probabilidad será uno de los 23 elegidos por Tite para la venidera Copa América; pero también estoy convencido que no va a ser ni de cerca el mejor jugador del mundo. Pero de momento hay que llevar las cosas con calma, que todo salga naturalmente y que Vinicius capte que está para ayudar al equipo y que hacer dos regates en la banda para luego tirar el centro al punto penal donde no hay ningún jugador ‘merengue’ no es exactamente útil que se diga; sacarse un jugador de encima para luego no saber que hacer con el balón no es ser un crack. Tiene que rematar mejor, tiene que trasladar mejor, tiene que decidir mejor. Claro, no hay que llegar al extremo de Lopetegui que sólo fue un tapón de la rapidísima progresión del brasileño, pero tampoco inflarlo y hacerlo ver como la estrella del equipo, porque al final eso también terminará siendo un problema.
De momento ya ha pasado el primer partido de este importante mes que decidirá si el Real Madrid puede salvar algo en una temporada en la que parecía todo perdido, y buena parte de esas aspiraciones del equipo pasan por Vinicius. Sin duda ira ganando la experiencia y sabiduría futbolista que le hace falta en estos partidos trascendentales que afrontará el club blanco, pero el demostrar que está a la altura y su futuro lugar en este nuevo Real Madrid que se viene dependerá única y exclusivamente de lo que haga o deje de hacer en el campo.
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