Hoy, 11 de diciembre de 2018, se cumplen dos años de uno de los mejores días de mi vida. Como no podía ser diferente, la felicidad que sentí ese día estaba directamente relacionada al fútbol. Hoy les contare toda la travesía que tuve que vivir para poder conocer a Carolina Padrón, una de las máximas figuras del periodismo deportivo en Latinoamérica.


Desde niño el fútbol se convirtió en mi obsesión, a tal punto que a la corta edad de 8 años la mayor parte del contenido televisivo que veía era netamente deportivo. Como todo fanático, desarrolle simpatía por una cadena deportiva en particular y en mi caso fue ESPN que, como muy bien dice su slogan, es el líder mundial en deportes.

En aquella época todo el contenido de este canal era sumamente atractivo y sus periodistas de calidad. La realidad es que vivimos en una época dorada para el periodismo deportivo, ya que este se ha adaptado a nuestros tiempos y a la modernidad, haciendo que este tipo de programas de opinión deportiva sean cada vez más entretenidos y atrayentes. Todo esto ha hecho que para nosotros los fanáticos, todos estos periodistas y presentadores se hayan convertido en auténticas celebridades que puedes reconocer en cualquier lugar; los conocemos de nombre, apellido, su forma particular forma de ver el deporte y, en algunos casos, hasta su biografía completa. Al menos en Latinoamérica es así.

En Venezuela se veía la señal de ESPN Cono Norte, grabado en los estudios de Ciudad de México. Realmente era un deleite ver Sportscenter cada mañana y cada noche, era un ritual sagrado para mí. Específicamente en ese espacio diario emergió una figura en forma de mujer que fue tomando cada día más y más importancia dentro de la señal y luego dentro de la movida deportiva latinoamericana. Se trata de la venezolana Carolina Padrón, quien llegó a ESPN en 2010.

Ya conocía a Carolina Padrón gracias a su paso por Meridiano Televisión, la cadena deportiva más importante de Venezuela. Pero desde su llegada a ESPN empecé a sentir un cariño especial por ella y una admiración que no paraba de crecer. Quizás es porque es de mi tierra natal, quizás es por su talento nato para hacer periodismo y su carisma frente a la cámara, quizás es por su abundante conocimiento sobre deportes, quizás es por su belleza, quizás es un poco de todo; lo cierto es que esta mujer se volvió una de las máximas referentes de la cadena más importante de deportes en América. Siempre soñé con conocerla y sólo compartir con ella una charla futbolera. Sorprendentemente, ese día llegó de manera súbita e inesperada.

Nos encontramos en el año 2016. El Zulia FC, equipo de mi ciudad y del cual soy fanático, había logrado coronarse campeón del Torneo Clausura de aquel año, lo cual le dio acceso a la Final Absoluta donde enfrentaría al campeón del Torneo Apertura (Zamora FC) para definir quien seria proclamado campeón absoluto del 2016 y sería el equipo preclasificado número 1 de Venezuela para la CONMEBOL Libertadores del siguiente año. Esta final se jugó a doble partido y la vuelta se desarrolló con el Zulia FC como local en el Estadio “Pachencho” Romero de Maracaibo, mi ciudad natal. Obviamente iba a ser un suceso inolvidable para los fanáticos del fútbol en Maracaibo y no podía perdérmelo. Mi mejor amigo (Javier Romero Alvarado) y yo obtuvimos las entradas gracias a un amigo que las obtenía de cortesía, así que ya estábamos listos para esa superfinal. Pero hubo algo que volvería ese partido aún más especial.

Días antes del partido, Carolina Padrón compartió una publicación en sus redes sociales donde dejaba entrever que viajaría a Venezuela para asistir a esa final, cosa que después confirmó. Javier, yo y cientos de fanáticos más no cabíamos de la emoción al saber que Caro volvería a su tierra y que tendríamos la oportunidad de verla en el estadio. Javier y yo nos establecimos una meta clara: conocer a Carolina Padrón costara lo que costara. Me da un poco de pena, pero se puede decir que el partido y salir campeones pasó a un segundo plano.

Finalmente llegó el día designado, domingo 11 de diciembre de 2016. El partido arrancaba a las 3:00pm, pero Javier y yo estábamos listos desde las 12 del mediodía, momento en el que emprendimos el viaje al estadio. Con nuestros particulares rituales, amuletos, supersticiones y cábalas futboleras partimos con el firme objetivo de lograr nuestro doblete histórico: conocer a Carolina Padrón y consagrarnos campeones absolutos de Venezuela.

Finalmente llegamos al estadio aún con varias horas de adelanto. Apenas abrieron las puertas del estadio ingresamos, compramos comida con nuestro vendedor de confianza (ya que nos fuimos sin almorzar a fin de llegar más temprano) y nos ubicamos en nuestros asientos mientras veíamos como el estadio se llenaba. La impaciencia y el nerviosismo nos colmaban mientras debatíamos sobre cuál sería la alineación más idónea y, al mismo tiempo, pensábamos en como diablos haríamos para conocer a Carolina.

Vista del campo de juego desde nuestros asientos

Afortunadamente nuestros asientos estaban cerca del palco VIP, donde suponíamos se sentaría Caro. Mi amigo y yo íbamos a rompernos el cuello de tanto voltear la mirada de forma perenne hacia el palco esperando que llegara Carolina en la previa del partido. Fue entonces cuando se armó un alboroto en los asientos contiguos al palco y pensábamos que había llegado, pero solo se trataba de Rafael Dudamel (DT de la Vinotinto) y Yohandry Orozco (jugador de la Vinotinto). Apariciones destacadas, pero no era lo que buscábamos.

Finalmente apareció ella, la que se había convertido en el motivo principal de nuestro viaje hizo acto de presencia en el palco. Javier y yo no creíamos que pudiéramos estar tan cerca de ella. Carolina tomó su asiento en el palco VIP y nosotros en nuestros respectivos lugares. Debo admitir que fue muy difícil ver el partido sin tener la tentación de voltear a buscarla con la mirada. Lamentablemente ella se sentó en un lugar en el cual era imposible verla con claridad desde nuestros asientos, sólo podíamos ver su pierna.

Cuando el árbitro sonó el pitazo del medio tiempo, Javier y yo nos dispusimos a recorrer el estadio a fin de obtener una mejor panorámica de Carolina y ver si todavía estaba allí. Tuvimos que cruzar un mar de gente (la zona donde estábamos estaba abarrotada, a tal punto que había personas en los pasillos y en los accesos principales a la grada tratando de ver el juego así fuese parados) que hacía imposible el libre tránsito. Fue una misión fallida y volvimos a nuestros asientos para el comienzo del segundo tiempo.

Durante la segunda mitad Javier y yo dividimos el tiempo entre sufrir (ya que nuestro equipo estaba perdiendo la final) y establecer un plan de acción para conocer a Carolina. Concluimos que nuestra mejor opción pasaba por dirigirnos a una rampa que subía directamente al palco VIP, la cual vimos en nuestra entrada al estadio y a la cual todo el mundo podía accesar. Nos adelantaríamos a todos y la tendríamos un rato para nosotros solos. Nada podía salir mal, o al menos eso pensábamos.


Continuara...

Cómo conocí a Carolina Padrón (Parte II)