Antes de que todo el mundo existiera había una Dios encargado de crear las almas de los humanos. Cansado de su trabajo decidió partir cada alma en dos y así crear una sola alma divida en dos cuerpos distintos.

Las almas gemelas.

Un día como cualquiera un hombre vio partir a su esposa en un hospital por cancer que cobró con su vida. La mujer al llegar al limbo de las almas presenció al Dios purificando la suya.

-¿Donde estoy?¿Quien eres tú?- indago.

-“Yo predije que estas almas se encontrarían cuatro veces a lo largo de la historia, ahora solo falta una.”-

-¿Una?¿Pero como si lo acabo de conocer?- rió.

-¿Estás segura?-

Entonces allí su alma hizo conciencia. La primera vez que conoció a el hombre fue en la Edad Media; el era pobre en una familia numerosa y se dedicaba únicamente a escribir.

En la segunda vida el era inventor, mecánico, pintor y curiosamente se hizo famoso por pintarla a ella, una desconocida, en un cuadro. Y ahora la tercera.

-“Pero no lo conocí en el mismo tiempo. Ni me casé con el.”- se quejo la mujer.

-El tiempo es relativo y el hecho de “encontrarse” no es precisamente casarse también puede ser una amistad o un encuentro que cambie la vida de ambos.-

Cuando el Dios los mandó de nuevo a la tierra los mando más lejos y tan cerca de lo que podían imaginar.

Cuenta la misma leyenda que el hombre sin saber de esto fue a Rusia de turismo, en el viaje conoció a una mujer que sin pensarlo dos veces lo retó. Él viajó a China y para cumplir el reto escaló la montaña más alta del mundo.

-“Al encontrarse las almas cuatro veces. Estas podrán estar en paz.”-

Historia 100% mía. Derivada de la leyenda del “Hilo rojo”