El George M. Steinbrenner Field, en Florida, es el estadio de beisbol más grande que tienen los campamentos de primavera de las Grandes Ligas. En el entrenan los Yankees de Nueva York a preparar el inicio de sus temporadas.

Allí debutó un joven moreno, delgado, de 1.80 metros que nació en San Francisco de Macorís,  República Dominicana donde al menos 25% vive en pobreza y el béisbol es una forma de ganarse la vida y más aún de disfrutarla.

Pero Leonardo Molina hace tiempo que significa esperanza en su tierra; sin cumplir los 20 años ya tenía un contrato de 1.4 mdd por ser jugador del equipo de Manhattan, y esa cifra es impensable para alguien que trabaja en aquella la isla del Caribe, porque necesitaría más de 150 años (con el salario promedio) para conseguirla. El béisbol es una opción para ser millonario.

Todos los equipos de la Major League Baseball (MLB) se han instalado en el Caribe y tienen fichajes en Centroamérica, a bajo costo, por cierto, y así logran a los peloteros del futuro. República Dominicana, Colombia, Venezuela, Puerto Rico, Nicaragua y Panamá son las naciones que visitan constantemente para reclutar las promesas.

Éxitos y fracasos, esa es la regla no escrita, pero conocida de las academias de los equipos de Grandes Ligas que entre las 30 franquicias invierten, según datos de la MLB, al menos 25 mdd anuales para mantenerlas, pese a tener resultados diferentes en el semillero.