Esto se desarrolla en lo que parece una ciudad ajena a mi ciudad natal, yo estaba en la búsqueda de un tratamiento, al parecer una enfermedad muy extraña estaba afectando mi organismo.

Mis padres me acompañaban por las largas calles de esa curiosa ciudad donde el día prometía todo menos esperanzas.

Según podía entender, oyendo las conversaciones de mis padres, muchos médicos habían prometido curarme, pero ninguno daba realmente con el tratamiento en cuestión.

-Nos estamos quedando sin opciones Mónica- dijo mi padre sujetando las manos de madre con resignación.

-Sí, es posible, pero mientras queden alternativas debemos seguir preguntando- dijo mi madre con tono reconfortante.

En honor a la verdad no tenía ni idea de que tan grave era lo que tenía, pero por una extraña razón no me sentía enfermo.

Llegamos entonces a una clínica particular de extraña apariencia, la entrada hacia la clínica contaba con arco de piedra de como 3 metros de alto seguido de un viejo edificio deteriorado por los años pero que guardaba un cierto encanto europeo.

Dentro, un hombre de mediana estatura y mirada perversa nos miraba con impaciencia y una falsa sonrisa.

-Señor Eduardo, Señora Mónica…. Jóven. – Un saludo excesivamente cortés por parte de este raro personaje.

- Dr. Lars muy buenas tardas- dijeron mis padres al unísono

- Hola jovencito, permíteme adelantarme y decirme que aquí te trataremos como en casa, tus padres no tendrán de que preocuparse.

Luego de firmar un par de papeles y de una extensa charla sin sentido aparente llegaron a la conclusión de que pasaría internado unos cuantos días.

Mis padres salieron por la puerta mirándome con la certeza de que esta vez habían dado con la solución al problema.

El dr. Procedió a tomarme del brazo y dijo con tono más severo – necesito una muestra de sangre y que te cambies de ropa no hay tiempo que perder.

Lo siguiente fue del todo sorpresa, mientras más me adentraba en la clínica mas descuidada me parecía, de un blanco e impecable lobby a unos corredores sucios y ambientes descuidados.

Apareció entonces un hombre alto y extraño, le comentó al dr. Que mi sangre era especial.

-Es todo un especímen dr.

-Perfecto, enciérralo con el otro.

No pareciera que pudiera poner peros, solo me dejaba llevar como si estuviese en una especie de trance.

Llegamos a un subsuelo donde distintas celdas vacías y sucias me daban la bienvenida.

Solo una en particular se encontraba iluminada, en ella había 2 camas en muy malas condiciones, un antiguo televisor y un escritorio con unos cuantos libros.

Un muchacho de piel trigueña, de unos 12 años, cabeza rapada y mirada triste me esperaba en mitad de la habitación.

El sujeto alto y extraño me lanzo allí diciéndome – en 30 min volveré para extraerte unas cuantas pintas, rasúrate la cabeza y aséate un poco.

Acto seguido el hombre desapareció dejándome con aquel niño que no me quitaba la vista de encima.

-Si te portas bien te tratan bien – dijo sin vacilación – hace mucho que no tengo compañía me llamo Tomas.

- José, mi nombre es José – dije notando que las palabras salían con dificultad de mi boca.

- tranquilo José, con tiempo podrás hablar y moverte de nuevo.

Lo siguiente que viene a mi memoria es la extracción de sangre, no sentía dolor, solo una sensación de vacío - ¿Por qué estamos haciendo esto? – pregunté en vano.

-No sabes lo que hay en tu sangre, lo que a ti te enferma a nosotros nos nutre de riquezas.

Al terminar con la extracción mi cabeza estaba dando vueltas, pero podía pensar lo suficiente como para saber que estar ahí no era seguro.

Al levantarme como pude lancé un punta pie a la entrepierna del extraño sujeto y comencé a correr, las piernas no me respondían adecuadamente así que no logré ir muy lejos hasta que el tipo me tomo por el brazo y me propinó un golpe de esos que solo se ven en televisión.

Aproveche la distracción para sacarle el celular del bolsillo.

De vuelta a mi celda mi pequeño compañero me esperaba con unas gasas, como si hubiera sabido desde un principio que las cosas iban a salir así.

-No debiste José, mira como estás. – Tomás me miraba con preocupación.

- Tomás podemos salir de aquí, mira – Le enseñe el celular y Tomás palideció.

-José si te descubren se acabó, no vamos a salir de aquí, ellos engañan a los padres haciéndoles que creer que sus hijos evolucionan bien, pero les prohíben las visitas, luego de alguna forma hacen parecer que falleciste de causas desconocidas y les venden la historia de que nos cremaron sin ningún costo. Somos su propiedad ahora.

- Pués yo no llevo ni 1 día aquí, asi que aún estoy “vivo”

Comencé a tratar de enviar un mensaje de auxilio desde el celular, pero notaba que mis manos escribían erróneamente, no podía articular un mensaje, ni podía marcar el numero correcto.

-Aun no podemos movernos con facilidad recuerdas? Estamos enfermos. – dijo Tomás con ironía.

-Mierda.

Luego de varios intentos logré marcar el número de mi madre y envié tantos textos sin sentido como me fueron posibles, tenía la esperanza de que si, ella sabía que padecía de un problema de mis características podría adivinar que esos mensajes eran de su hijo.

Borre los mensajes como pude cuando escuche al guardia entrar, tenía un bate en sus manos.

No recuerdo exactamente que fue lo que pasó pero al recobrar la noción de lo que sucedía ya no poseía el celular y Tomás lloraba con gran chichón en la cabeza.

Solo nos quedaba esperar.

Por segundos era de día y por otros era de noche, a veces me sacaban de la celda, a veces a Tomás.

Casi no comíamos, las conversaciones eran lo único que nos mantenía despiertos.

Luego un desenlace inesperado sucedió, vi entrar a mi padre a la celda abrazandome casi al verme.

Mamá entro diciendo triunfante – hemos desmantelado la clínica de este cabrón.

Al salir había policías por todos lados, no había rastro del Dr. Lars, sabíamos que podíamos ser libres de nuevo.

-¿Qué vas a hacer Tomás?

-No tengo familia José, supongo que tendré que ponerme a disposición de las autoridades.

-Mamá…-La mire con los ojos llenos de lágrimas.

-Si no te molesta compartir la habitación con José, creo que podríamos hacerte un espacio, ¿te gustaría ser parte de la familia?

Tomás negó con la cabeza, me abrazo fuertemente y me dijo – ojalá esto no fuera un sueño.

JCST, #Mini-historia de suspenso.