En mi desempeño docente me correspondió compartir con profesores de educación física y fueron muchas las veces que conversé con ellos acerca de los verdaderos objetivos que se buscaban en la enseñanza de esta asignatura.
Para todos es sabida la gran cantidad de beneficios físicos, psíquicos y socio-afectivos que tiene para el cuerpo y la mente tanto el ejercicio físico como la participación en algún deporte, sin embargo, la manera como se enseña esta asignatura en las instituciones educativas contradice un poco, desde mi punto de vista, los objetivos previstos.
La primera contradicción viene dada por la cantidad de horas semanales que se asigna para esta materia. Recuerdo ver estudiantes que el día siguiente del entrenamiento físico se quejaban de dolores en las piernas producto del trabajo realizado, trabajo que tendría que esperar hasta la semana siguiente para continuarlo. Esto obviamente no dejaba en muchos sino un mal recuerdo.
Conocí un profesor, la excepción de todo esto que estoy compartiendo, que ejercitaba con sus estudiantes y corría con ellos las distancias que les proponía, su vida con respecto a la actividad física fue un ejemplo para sus alumnos. Está jubilado pero sigue corriendo, aplica en sí mismo lo que pregona. Pero esto lo vi en él solamente, noté otros, muy gordos, parados con una carpeta en las manos evaluando a los estudiantes que realizaban, desde lejos, lo asignado o se mantenían corriendo en círculos.
Por experiencia propia y por lo que he podido constatar en niños y jóvenes cercanos, la disposición a la actividad física no es igual para todos: hay niños que demuestran más agilidad y flexibilidad y desde muy pequeños tienen interés por todo lo que tenga que ver con la ejercitación corporal y otros que requieren más empeño para el logro de lo mismo, inclusive muestran temor a las alturas o a movimientos más bruscos, por ello observo con preocupación que las exigencias sean idénticas para todos, esto es un contrasentido porque en la vida no todos van a mostrar las mismas destrezas físicas sin que esto signifique que les desagrade el deporte en general.
Realizar actividades aisladas solo por cumplir un objetivo o para ser evaluados no dice que la persona esté internalizando la importancia que estas tienen para su salud y vida. Sería interesante que la enseñanza recibida en el aula pudiera ser transferida al hogar o comunidad donde se desenvuelva el individuo. Y que la promoción de la Educación física y el deporte tuviera tal repercusión que los niños y jóvenes quisieran reproducir en su entorno lo que ven en sus instituciones; tal como ocurre cuando hay mundiales de fútbol, que en cualquier patio de una casa se improvisa una arquería o como cuando hay campeonatos de béisbol, los muchachos juegan "pelotica de goma" o "chapita" en sus barrios, o como también ocurre con el básquet que en cualquier espacio se construye un aro para encestar pelotas.
Caminar, trotar, bailar, jugar y otras actividades deportivas, pertenecen a la vida diaria, la escuela debe reforzarlas y no penalizarlas o predisponer al individuo para que las realice.
Me gustaría conocer tu opinión al respecto.
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