90 minutos en Libertad
Martes 6:00 pm, la hora esperada del día esperado. Una semana antes se ha planeado toda la logística, se pide permiso en el trabajo para poder estar a tiempo, porque ese día todo gira en torno a una cosa, el partido. Desde la hora a la que se levanta uno, lo que se desayuna, el almuerzo- cargado por que la hora de la comida lo agarra a uno allá- la ropa que se va a usar, el tiempo que toma entrar al estadio una vez se está allá, boleta en mano y unos pesos en la billetera para cuando ataque el hambre. Se llega una hora antes, mínimo 30 minutos para coger un buen lugar para ver el espectáculo, llegas y te quedas un momento en los alrededores, empiezas a sentir el ambiente de partido, gente por todas partes, te venden lo que quieras y por supuesto te encuentras con el que te pida una moneda en su afán por completar lo que le falta para poder comprar la boleta, pero también al que va a entrar con boleta de cortesía, todos en un mismo espacio y con un mismo deseo, ver a su Deportivo Pasto. Empiezas a hacer la fila para entrar, pasas por la seguridad y mientras tanto vas empezando la charla previa al inicio del juego, subes por las escaleras hacia la tribuna alta buscando el mejor lugar para ver el partido. Esperas que no llueva y ves la otra tribuna de frente llenándose poco a poco de hinchas, encuentras un lugar y te quedas mirando la cancha, sintiendo ese olor especial a... estadio, a pasto y ves la cancha, esa en la que dentro de poco tiempo van a empezar a jugar 22 hombres buscando un mismo objetivo, hacer un gol. Ahora, sentado en la tribuna oriental del estadio Libertad, mientras se discute la formación que dispuso el técnico para enfrentar al rival y la forma en la que se debe afrontar el partido teniendo en cuenta al rival, te acomodas, miras qué tanta gente te está acompañando y aunque faltan muchos para completar los 27.000 que le caben al estadio, sabes que los que están no van a dejar de alentar al tricolor ni un solo minuto. Levantas nuevamente la mirada y ves el volcán Galeras en frente, tapado por un gran cumulo de nubes que no permiten admirarlo en su plenitud, pero la naturaleza es bella, lo tiene todo fríamente calculado, justo antes de que empiece el juego y de forma poética se van las nubes y se puede apreciar el volcán en su esplendor, él tampoco se quiere perder el partido, él también quiere ver a su amando Deportivo Pasto. Empieza el partido y antes de que pasen 20 minutos ya el Pasto va ganando, gritos de júbilo, abrazos y uno que otro insulto de la emoción. Avanza el partido y con cada pase cada corrida y con cada atajada, cada remate y tiro de esquina los insultos, aplausos y el nerviosismo en general aumentan. Pero es un buen día para los pastusos, que ven cómo su equipo anota un gol tras otro y lo retribuyen con cánticos, aplausos a los jugadores y uno que otro "ole" cerca de acabar el partido. Pitazo final, marcador 5-0 para los volcánicos y grandes sonrisas en los espectadores mientras vuelven a sus casas para continuar la semana, llenos de alegría y entusiasmo, esperanzados en el equipo y seguramente empezando a hacer los planes para volver al Libertad por que quieren volver acompañar al equipo y retribuirle esa alegría que les acá de dar y que les va a durar por lo menos, una semana más.
90 minutos en Libertad
Martes 6:00 pm, la hora esperada del día esperado. Una semana antes se ha planeado toda la logística, se pide permiso en el trabajo para poder estar a tiempo, porque ese día todo gira en torno a una cosa, el partido. Desde la hora a la que se levanta uno, lo que se desayuna, el almuerzo- cargado por que la hora de la comida lo agarra a uno allá- la ropa que se va a usar, el tiempo que toma entrar al estadio una vez se está allá, boleta en mano y unos pesos en la billetera para cuando ataque el hambre. Se llega una hora antes, mínimo 30 minutos para coger un buen lugar para ver el espectáculo, llegas y te quedas un momento en los alrededores, empiezas a sentir el ambiente de partido, gente por todas partes, te venden lo que quieras y por supuesto te encuentras con el que te pida una moneda en su afán por completar lo que le falta para poder comprar la boleta, pero también al que va a entrar con boleta de cortesía, todos en un mismo espacio y con un mismo deseo, ver a su Deportivo Pasto. Empiezas a hacer la fila para entrar, pasas por la seguridad y mientras tanto vas empezando la charla previa al inicio del juego, subes por las escaleras hacia la tribuna alta buscando el mejor lugar para ver el partido. Esperas que no llueva y ves la otra tribuna de frente llenándose poco a poco de hinchas, encuentras un lugar y te quedas mirando la cancha, sintiendo ese olor especial a... estadio, a pasto y ves la cancha, esa en la que dentro de poco tiempo van a empezar a jugar 22 hombres buscando un mismo objetivo, hacer un gol. Ahora, sentado en la tribuna oriental del estadio Libertad, mientras se discute la formación que dispuso el técnico para enfrentar al rival y la forma en la que se debe afrontar el partido teniendo en cuenta al rival, te acomodas, miras qué tanta gente te está acompañando y aunque faltan muchos para completar los 27.000 que le caben al estadio, sabes que los que están no van a dejar de alentar al tricolor ni un solo minuto. Levantas nuevamente la mirada y ves el volcán Galeras en frente, tapado por un gran cumulo de nubes que no permiten admirarlo en su plenitud, pero la naturaleza es bella, lo tiene todo fríamente calculado, justo antes de que empiece el juego y de forma poética se van las nubes y se puede apreciar el volcán en su esplendor, él tampoco se quiere perder el partido, él también quiere ver a su amando Deportivo Pasto. Empieza el partido y antes de que pasen 20 minutos ya el Pasto va ganando, gritos de júbilo, abrazos y uno que otro insulto de la emoción. Avanza el partido y con cada pase cada corrida y con cada atajada, cada remate y tiro de esquina los insultos, aplausos y el nerviosismo en general aumentan. Pero es un buen día para los pastusos, que ven cómo su equipo anota un gol tras otro y lo retribuyen con cánticos, aplausos a los jugadores y uno que otro "ole" cerca de acabar el partido. Pitazo final, marcador 5-0 para los volcánicos y grandes sonrisas en los espectadores mientras vuelven a sus casas para continuar la semana, llenos de alegría y entusiasmo, esperanzados en el equipo y seguramente empezando a hacer los planes para volver al Libertad por que quieren volver acompañar al equipo y retribuirle esa alegría que les acá de dar y que les va a durar por lo menos, una semana más.
90 minutos en Libertad
Martes 6:00 pm, la hora esperada del día esperado. Una semana antes se ha planeado toda la logística, se pide permiso en el trabajo para poder estar a tiempo, porque ese día todo gira en torno a una cosa, el partido. Desde la hora a la que se levanta uno, lo que se desayuna, el almuerzo- cargado por que la hora de la comida lo agarra a uno allá- la ropa que se va a usar, el tiempo que toma entrar al estadio una vez se está allá, boleta en mano y unos pesos en la billetera para cuando ataque el hambre. Se llega una hora antes, mínimo 30 minutos para coger un buen lugar para ver el espectáculo, llegas y te quedas un momento en los alrededores, empiezas a sentir el ambiente de partido, gente por todas partes, te venden lo que quieras y por supuesto te encuentras con el que te pida una moneda en su afán por completar lo que le falta para poder comprar la boleta, pero también al que va a entrar con boleta de cortesía, todos en un mismo espacio y con un mismo deseo, ver a su Deportivo Pasto. Empiezas a hacer la fila para entrar, pasas por la seguridad y mientras tanto vas empezando la charla previa al inicio del juego, subes por las escaleras hacia la tribuna alta buscando el mejor lugar para ver el partido. Esperas que no llueva y ves la otra tribuna de frente llenándose poco a poco de hinchas, encuentras un lugar y te quedas mirando la cancha, sintiendo ese olor especial a... estadio, a pasto y ves la cancha, esa en la que dentro de poco tiempo van a empezar a jugar 22 hombres buscando un mismo objetivo, hacer un gol. Ahora, sentado en la tribuna oriental del estadio Libertad, mientras se discute la formación que dispuso el técnico para enfrentar al rival y la forma en la que se debe afrontar el partido teniendo en cuenta al rival, te acomodas, miras qué tanta gente te está acompañando y aunque faltan muchos para completar los 27.000 que le caben al estadio, sabes que los que están no van a dejar de alentar al tricolor ni un solo minuto. Levantas nuevamente la mirada y ves el volcán Galeras en frente, tapado por un gran cumulo de nubes que no permiten admirarlo en su plenitud, pero la naturaleza es bella, lo tiene todo fríamente calculado, justo antes de que empiece el juego y de forma poética se van las nubes y se puede apreciar el volcán en su esplendor, él tampoco se quiere perder el partido, él también quiere ver a su amando Deportivo Pasto. Empieza el partido y antes de que pasen 20 minutos ya el Pasto va ganando, gritos de júbilo, abrazos y uno que otro insulto de la emoción. Avanza el partido y con cada pase cada corrida y con cada atajada, cada remate y tiro de esquina los insultos, aplausos y el nerviosismo en general aumentan. Pero es un buen día para los pastusos, que ven cómo su equipo anota un gol tras otro y lo retribuyen con cánticos, aplausos a los jugadores y uno que otro "ole" cerca de acabar el partido. Pitazo final, marcador 5-0 para los volcánicos y grandes sonrisas en los espectadores mientras vuelven a sus casas para continuar la semana, llenos de alegría y entusiasmo, esperanzados en el equipo y seguramente empezando a hacer los planes para volver al Libertad por que quieren volver acompañar al equipo y retribuirle esa alegría que les acá de dar y que les va a durar por lo menos, una semana más.
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