Antes del exitoso ciclo blaugrana más importante de la historia del club, las noches en el Camp Nou eran frías, muy frías, a veces, sobraban pañuelos en las gradas para limpiar las lágrimas con excesiva mucosidad de los románticos fanáticos. Hay que ser justos, también se vivieron noches vibrantes como aquel gol de Rivaldo en el 43 que enviaba al equipo a la Champions League. Los mismos pañuelos que el aficionado lucía en aquel momento, pidiendo las dos orejas y el rabo, sirvieron, siempre acompañados por música de viento, para despedir a jugadores, entrenadores y hasta a presidentes, pero, ¡hombre!, de todo aquello, han pasado años, ¡y qué años!
Tiempo después de aquel instante, la nave azulgrana pareció enderezarse, tanto a babor como a estribor y se mantenía con una tripulación trabajadora y brillante, fuerte, a la que ninguna ola por alta que fuera podría, ni tan siquiera, salpicar la cubierta. Se habían olvidado de cómo llegaron a ser referente mundial y, ahora, cuando el casco del transatlántico se ha oxidado, nadie puede evitar la continua entrada de agua que hace que el barco esté cada vez más hundido, donde el capitán, ahogado, alza su brazo en busca de una mano amiga que le saque a la superficie y le salve una vida que empezaba a ver arruinada.
La convulsa situación actual del FC. Barcelona, no es algo que sea nuevo, similar circunstancia se vivió con la gestión de Gaspart, ya no digamos con el motín de Hesperia. La gestión de Bartomeu ha sido nefasta. Las mentiras y los escándalos han sido continuados, mientras el equipo, con una falsa ilusión renovada año tras año, se hundía en los cruces de la Champions de manera vergonzosa y salvaba la cara en la Liga BBVA. Premio a la regularidad. Pero, se fue Bartomeu, se fue Setién y Valverde y vino Koeman. Eso sí, también se marchó Luis Suárez y a punto estuvo de hacerlo Messi. Menos mal, debió pensar más de uno.
Aun con este inicio bochornoso, el F.C. Barcelona, se clasificó en esta semana para los octavos de final de la Champions League, eso sí, como segundo. Todo parece indicar que el cruce que le deparará será peligroso, y dado el expediente reciente, probablemente el socio culé tiemble con el emparejamiento, no digo ya el día del enfrentamiento. Este Barça es débil, está alicaído y nervioso y ya no solo en Champions, también en Liga, donde hace apenas una semana fue incapaz de ganar al Cádiz.
A pocos meses de cumplir la chilena de Rivaldo 20 años, las sensaciones de estar viviendo el final de la década de los 90 son cada vez más frecuentes. Estos veinte años pasan por la mente del culé como una película, como un sueño irrepetible y hermoso. No me gustaría ser pájaro de mal agüero, pero, el día del cumplegol, se antoja un homenaje similar, la duda será saber quién será el héroe que salve al Barcelona del mayor ridículo de esta etapa, quedar fuera de la Champions.
Zaza
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