Tras una temporada nefasta en la que se demostró que la planificación deportiva y técnica estaba siendo bastante cuestionable, el equipo merengue comienza un nuevo ciclo sin mayor novedad que la vuelta de Zinedine Zidane y el flamante fichaje de Eden Hazard.

Si analizan las últimas alineaciones de los blancos se darán cuenta de que todos los fichajes han venido para ser suplentes excepto el belga, lo cual está causando un gran malestar entre los aficionados y también está alzando voces críticas contra el presidente, el señor Florentino Pérez. Sin embargo, esta plantilla es la misma que consiguió ganar tres copas de Europa seguidas, con la salvedad de que ahora ya no disponen de los goles de Cristiano Ronaldo.

¿Es todo culpa de la marcha del portugués? claramente no. El problema del Real Madrid es precisamente el contrario: la baja intensidad y la nula disciplina defensiva. En todo lo que va de liga, es uno de los equipos con menos tarjetas, de hecho tan sólo Casemiro aparece en la clasificación de jugadores con tarjetas, con un total de tres. Esto es una prueba de la baja intensidad de los vikingos a la hora de defender y de cortar contragolpes, precisamente son en este tipo de jugadas en las que más problemas encuentran para contener al rival.

Nueve partidos ha jugado el Madrid esta temporada en la liga española y nueve goles lleva en contra. Es un equipo que sale prácticamente a jugar los partidos con un gol en contra estadísticamente hablando. La baja solidez defensiva se debe en parte a que Marcelo no consigue concentrarse en sus tareas defensivas y su aporte ofensivo ya no es el que era. De modo que el relevo por parte de Mendy parece más que asegurado.

Sergio Ramos tampoco es el que era, sus despistes y sus excesos de confianza le han jugado muy malas pasadas. Sale a cortar balones y se queda a medio camino, pierde la posición sin asegurarse de que alguien cubrirá su zona de marcaje, realiza pases demasiado arriesgados y se entretiene a la hora de sacar el balón. Rafaël Varane está siendo muy irregular y no consigue estabilizarse, si bien está siendo más fiable que sus compañeros.

En el caso de la banda derecha tampoco se ve una situación clara: Carvajal está cometiendo muchos errores que son fruto de la ansiedad y la desesperación y su compañero Odriozola se ve superado por las circunstancias y la presión y tampoco parece conseguir dar ese rendimiento que tanto puede aportar a cualquier equipo.

El equipo defensivamente no carbura, pero en la media tampoco hay demasiadas noticias buenas. Mientras que Casemiro y Valverde están dando un rendimiento impresionante, Modriç parece que ha perdido la agilidad mental y la fortaleza física para tirar del equipo y Kroos se ha acomodado demasiado, centrándose en los cambios de juego y en los pases cortos al primer toque, sin trabajar lo suficiente en defensa y sin intentar pases más arriesgados.

En ataque las cosas no van tan mal como algunos quieren hacer ver, tratando de responsabilizar a los delanteros del mal momento del equipo. Pero efectivamente tampoco la delantera está para tirar cohetes, Benzema sigue sin ser un verdadero killer del área, falla demasiadas ocasiones por partido y remata muy pocos centros. Hazard está bajo de forma y no da sensación de poder corregir el problema del gol, al igual que Vinicius quien está pagando cara la falta de calidad a la hora de definir.

Aún a pesar de todo esto, Zinedine Zidane sigue apostando por los mismos jugadores, el equipo que a él le convence es el de los Ramos, Kroos, Modriç, Isco, Lucas Vázquez, Asensio, Benzema, Hazard y Marcelo. Mientras que la afición apuesta por Rodrygo, Kubo, Odegaard, Mariano, Militao...

En conclusión podríamos decir que mientras que se siga apostando por los mismos hombres y las mismas tácticas el equipo está condenado al fracaso. Zidane se hunde con el barco y a Florentino Pérez se le están empezando a humedecer los zapatos, a lo lejos se divisa una pequeña isla, José Mourinho, quien espera esa llamada de socorro para acudir e intentar concluir una obra que dejó sin acabar.