Sólo en la región de Atacama, la más árida del mundo, se produce un fenómeno único: el desierto florido. Puede pasar mucho tiempo sin que suceda, hasta que un día de repente, de entre la tierra seca nacen flores…miles de flores. Dicen que se trata de un milagro.

A más de 2.600 metros de altitud, en el lugar más árido de la tierra y en el medio de la nada empieza la historia de un equipo de fútbol que se convirtió en un oasis en medio del desierto. Esta es la historia del Milagro de Cobresal.


A mediados de los años ’50 en el desierto de Atacama en Chile, se descubrió un yacimiento rico en cobre. Para extraer el valioso mineral fue necesario crear una ciudad de trabajadores a la que llamaron El Salvador.

Decir que esta ciudad está en el medio de la nada es quedarse cortos. Hay que ir en un trayecto de casi 3 horas en auto a través del desierto para llegar a El Salvador. La realidad es que no hay nada interesante para hacer en la ciudad. Un cine que sólo transmite una película, un restaurante, una plaza vacía. Queda claro que El Salvador no es el lugar por el cual suspiran los futbolistas. Esto ocurre desde 1979, año en el que nació Cobresal, más que como un equipo de futbol, como una excusa para tener algo que hacer. Se llevó fútbol profesional a El Salvador para darle algo que hacer a la gente y para dar una distracción a las familias.

En enero de 2015 empezaba una nueva temporada. Como durante toda su historia Cobresal, un equipo que nunca ha celebrado un título, tiene muy claro su objetivo: no descender. Con esa idea comenzaron un nuevo torneo. Pero en esta ocasión había algo diferente, se dieron unos cambios y se empezó a ver un nuevo Cobresal. La verdad es que el equipo estaba bien armado. Pasaron las primeras 8 fechas del torneo chileno y Cobresal, un equipo acostumbrado a vivir en el fondo de la tabla, da la gran sorpresa y se sitúa como líder del campeonato.

En un lugar en el que no pasa nada como El Salvador, cuando juega de local el sorprendente líder de la primera división chilena, lo normal sería que el estadio se llenara para ver a sus flamantes héroes. Nada más de la realidad. La verdad es que por juego se venden 60 o 70 entradas en el estadio del Cobresal. El Salvador tiene un estadio de 20.000 personas, pero tiene una población de 7.000 habitantes. Aunque acudiera toda la ciudad, el estadio aun no llegaría ni a la mitad de su capacidad.

Un equipo pequeño, alejado, sin hinchada ni historia; todos lo tenían claro: en el próximo partido se caen. Y esa próxima era nada más y nada menos que su primer gran reto de la temporada. Tenían que visitar el estadio de uno de los clubes más poderosos de Chile: Universidad Católica. Los jugadores y los aficionados del Cobresal sólo esperaban evitar una derrota tan abultada. Para evitar la goleada el plan era claro: defender ordenadamente y salir al contraataque. Pero un goleador inesperado se convirtió en la pesadilla de la defensa de la Universidad Católica y el resultado fue que el Cobresal se llevó una merecida victoria de 3-1 de Santiago de Chile.

Desde ese día la plantilla puso en marcha un ritual que ya no abandonarían y es que tras cada partido cantaban la canción “Mami, que será lo que quiere el negro” de Wilfrido Vargas. Se acerca la recta final del campeonato y es cuando el vestuario del Cobresal empezó a comprender que si era posible ser campeones, que era una realidad.

De repente, en uno de los rincones más secos del planeta, el cielo se abre de par en par. Para todos fue agradable el primer día tener lluvia en El Salvador, algo que no estaban acostumbrados a ver. Pero conforme iban pasando los días ese asombro se transformó en preocupación. Cayeron en 8 horas la cantidad de agua que debería caer en 3 o 4 años. Se empezaron a juntar las aguas de toda la alta cordillera y empezó a correr el lodo. Los aludes barrieron todo a su paso.

Tras dos días de lluvia y destrucción la lista de fallecidos asciende a 31 personas, a 49 la de desaparecidos y a 600 los damnificados. Las casas simplemente desaparecieron bajo el barro, al igual que los carros. Parecía que una bomba atómica había explotado en la zona.

Sin llegar al nivel de destrucción de sus vecinos, la vida en El Salvador se hizo cada vez más difícil. La población no tenía absolutamente nada de agua. Y este caos no dejó de afectar a la plantilla del Cobresal, quienes se vieron obligados a desalojar la ciudad junto con sus familias y trasladarse a un hotel en Santiago de Chile

Al principio los jugadores sintieron una gran emoción por poder estar en la capital y poder salir a hacer diferentes actividades. Pero los días fueron pasando y lo que en un primer momento fue novedad, se transforma en encierro. La vida de los jugadores en el hotel se volvió una rutina repleta de horarios para todo y sin libertad. Y en ese ambiente de encierro y a 5 fechas del final, Cobresal tendría que defender en liderato ante su principal perseguidor: Colo Colo, el equipo con más títulos en la historia del fútbol chileno.

Todos pensaban que Cobresal llegaría golpeado al partido luego de todo lo que habían tenido que pasar, pero no era así. Cobresal pasó a representar las añoranzas y esperanzas de la gente de la región de Atacama. Cobresal obtuvo una importante victoria de 1-2 ante el Colo Colo de visitante y ya era imposible no pensar en ser campeones.

A falta de 2 fechas para el final el equipo sigue concentrado en Santiago, pero si ganan su siguiente partido podrían ser campeones. A pesar que después de la tragedia la intención era que Cobresal jugara todos sus partidos en Santiago, no podían desaprovechar su último partido como locales para demostrar que El Salvador estaba vivo, querían ser campeones en su casa y con su gente.

Todos quieren jugar en casa el partido decisivo. El problema es que ni la ciudad ni el estadio se ha recuperado aún del temporal. El césped estaba secándose, ya que estuvo casi un mes sin agua. Y la verdad es que regar el campo de fútbol de una ciudad sin agua no parece ser una buena idea, a menos que el equipo se esté jugando el campeonato.

Se llevaron 3 camiones de agua diarios desde más de 200 kilómetros de distancia para poder regar el estadio. Todos los días llegaban 50.000 litros de agua gracias a un hincha del club que era dueño de los camiones. La mayoría de los habitantes obviamente se enojaba ya que ellos no tenían agua y el club literalmente la estaba tirando al suelo. Así que la solución fue regar de noche, a escondidas, con las luces del estadio apagadas para que nadie se diera cuenta.

Lo que días atrás era césped seco, está listo para albergar el partido más importante en la historia del club. Ese día 4.000 personas estaban en el estadio, prácticamente toda la ciudad acudió a ver a su equipo. Para ser campeones Cobresal tenía que ganar su partido y esperar que Universidad Católica no ganara el suyo. Los dos encuentros se jugaron en simultáneo. Cobresal esperaba un partido fácil ya que se enfrentaban a Barnechea, el último equipo de la tabla. Pero no contaban con que esos equipos que no tienen nada que perder a veces terminan dando la campanada. La verdad es que ese día Barnechea le estaba pasando por encima al Cobresal. Además, las noticias que llegaban desde el otro partido no podían ser peores. Mientras Cobresal perdía 1-2 en 45 minutos ante un equipo descendido, Universidad Católica goleaba 3-0. Si todo lo sucedido hasta ahora con este club es difícil de explicar, lo que sucedería a continuación era prácticamente imposible.

Empieza el segundo tiempo en ambos partidos y desde Santiago llegan noticias alentadoras. Universidad Católica, que gana 3-0 en el medio tiempo, no había podido impedir que su rival remontara hasta empatar el marcador 3-3. Una vez conscientes del otro resultado, en El Salvador empezaron a llegar los goles del Cobresal y logran el empate 2-2. Sólo necesitaban un gol más para coronarse campeones.

Es entonces cuando sucede el momento mágico, se produce un penal simultáneo en ambos partidos. Por un lado, Universidad Católica tiene la oportunidad de ganar su partido; por el otro, Cobresal tiene un penal a su favor para ganar el campeonato. Y mientras en Santiago de Chile ven como Universidad Católica increíblemente falla su penal, en El Salvador todos rezan para que Cobresal pueda convertir en gol ese penal decisivo en el partido tan difícil y dramático que han tenido que vivir. Y el milagro llegó…la pelota terminó en el fondo de la red desatando la locura de todos en la región de Atacama. Fue así como en el medio de la nada, en una ciudad donde nunca pasa nada, Cobresal se coronaba campeón del fútbol chileno por primera vez en su historia.

Da un poco de risa porque ni la misma Federación Chilena de Fútbol creía en ellos. No tenían nada preparado para la celebración del campeonato, nunca pensaron que podrían ser campeones allí. Tuvieron que improvisar con una pequeña mesa plástica en donde colocaron la copa. Este fue sin dudas un campeonato especial por el lugar, por el equipo, por todo lo que tuvieron que vivir, por lo difícil que fue, porque era imposible, porque fue un milagro.

La verdad es que hay una realidad económica por la cuales clubes como Cobresal no pueden competir. Por el simple hecho de salir campeones sus jugadores se cotizaron y querían cobrar como tal. Se fueron muchos jugadores y el equipo se fue resintiendo. A día de hoy Cobresal volvió a ser el de siempre, un equipo modesto que pelea por no descender. Pero puede que no sea el descenso la peor amenaza a la que se enfrenta el equipo, porque la verdad es que El Salvador como yacimiento minero se está agotando y no dará para muchos años más.

Sólo ocurre en el desierto de Atacama, un fenómeno conocido como el desierto florido y sólo cuando a la lluvia le sigue la primavera. Preguntar por esas flores en el desierto ofrece la misma respuesta que recordar el año en el que Cobresal fue campeón…es un milagro.