Me va a tener que disculpar, Eduardo. Yo sé que ese partido marcó su vida y ese gol favoreció a su destino personal y amoroso. Además, sé que fue más épico por el rival y la cercanía al conflicto. No me chupo, el dedo. Pero permítame, Eduardo, hablar de otro partido de ese mismo jugador. A pesar de haber dado su mejor función, no escatimó en su magia. La mantuvo. Déjeme, por favor, hacer justicia por ese partido que no es tan tenido en cuenta. Sucede, que ese partido fue por semifinales de un mundial y valió la llave para jugar la final del mundo.
En este partido, el jugador hizo otros dos goles de admirable factura. Uno mejor que otro. Pudieron haber sido cuatro, de no ser por el capricho del destino. El primero que no fue, el jugador disparó desde afuera del área pero el arquero belga la sacó del ángulo.
El primer gol llegó por la derecha, el jugador recibió un pase filtrado en la defensa. Los dos rivales y el arquero llegaron después que el jugador acariciara con su zurda para marcar el 1 a 0 de Argentina.
Al igual que el partido anterior, la obra de arte vino en el segundo gol. El jugador tomó la pelota en tres cuartos de cancha y por el medio. Enganchó con su pierna izquierda de la misma manera que hizo desparramar al Conejo y al Pato. Luego enfrentó a otros dos que lo esperaban en la medialuna del área. El jugador enganchó hacia afuera y aceleró. Enfrentó al arquero y con el envión de la carrera cruzó un remate a media altura. Sin dejar de correr, trastabilló festejó su obra maestra. A ver si me entiende, Eduardo, gambeteó a 4 jugadores en un espacio reducido, con pelota dominada y acelerando. Precisión, habilidad y velocidad. Hasta me animaría a decirle que me gusta más que el gol del siglo. Lo sé, voy a tener varios detractores; pero este gol nos llevó a la final de una copa del mundo.
Le dije que pudo haber convertido cuatro y no le miento. Después de la obra maestra, recibió por izquierda, un defensor lo tomó del brazo y ni forcejeando lo pudieron parar, entró al área y cruzó el disparo que pasó al lado del palo. De nuevo precisión, habilidad y velocidad.
No se me ponga mal, Eduardo. Mi idea no es confrontarlo ni interponer mi visión sobre la suya. Simplemente intenté elevar a la notoriedad un partido que merecía ser tenido en cuenta tanto como lo hacen con el de los ingleses. Ojalá la vida me dé la oportunidad de tomar un café con usted y tener una charla amena sobre todo lo que tenemos en común.
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