El deporte es una práctica saludable para el cuerpo humano pero se vuelve insalubre cuando los hinchas mediocres lo contaminan con sus miserias. Los hinchas mediocres son malos perdedores y peores ganadores. No festejan genuinamente la propia victoria y sí lo hacen con la derrota ajena. Cuando festejan la propia, fuerzan la garganta con bronca y fruncen el entrecejo con odio. Buscan grieta donde no la hay.
Un buen ejemplo es el de las selecciones argentinas de fútbol masculinas y femeninas. La primera está compitiendo en la Copa América y la segunda el Mundial.
Las mujeres son un equipo no profesional, que tienen otros trabajos y clasificaron al Mundial después de mucho tiempo. Se festejó el empate contra Japón, potencia en el fútbol femenino, la actuación destacada de la arquera argentina Vanina Correa ante Inglaterra, quien atajó un penal y ayer el equipo remontó un 0-3 ante Escocia con dos goles de Bonsegundo. Las chicas dependían de un resultado para clasificar como mejor tercero pero Camerún derrotó 2 -1 sobre la hora a Nueva Zelanda.
En vez de valorar "genuinamente" el esfuerzo de las chicas, las usaron para compararlas con los hombres, hablar mal de Armani y del resto del equipo. Que ellas tienen garra y los hombres no. Que ellas juegan por la gloria y que ellos son millonarios que “no ponen huevo”.
Cuando vuelva la selección femenina seguramente la van a recibir con calidez y un aplauso merecido por el esfuerzo. En cambio la de varones, que también pueden quedar afuera, van a ser criticados como lo vienen haciendo hace rato.
Y eso es injusto. Es injusto porque Messi, Di María y Agüero llegaron a tres finales con la selección. Las perdieron, sí. Con Alemania porque no querían que salgan campeones y con Chile porque el organizador debía quedarse con el título. Y no me olvido del penal no cobrado a Higuaín ni el planchazo de Gary Medel a Messi. Sin mencional la no sanción a Vidal por conducir borracho y atropellar a una persona.
Me van a venir con que ellos son estrellas, que ganan millones, que Messi no canta el himno y que no sienten la camiseta. Comparan al equipo actual con el seleccionado de Basile, bicampeón de la Copa América.
“Fracasados” dicen unos detrás de una computadora o un celular; quizás acostados muy cómodos en viviendo en casa de papá y mamá.
La Selección Argentina de Talla Baja sale campeón del mundo y lo primero que hacen es decir que si Messi no hacía el tratamiento ya hubiese tenido el título que tanto quería.
¿En serio fracasados? Armani dos veces campeón de la Copa Libertadores, Di María campeón de Europa con Real Madrid, Agüero goleador histórico y multicampeón con Manchester City. Y ni hablar de Messi.
Quiero decirles que ninguno puede ser considerado un fracasado. Ni siquiera los no convocados. ¿Saben por qué? Porque son personas que soñaron con vivir de los que más les gusta, jugar a la pelota y llegaron. Compiten profesionalmente y algunos hasta en la “elite” del fútbol.
“Sí, pero en la selección no rinden”. Es difícil hacer las cosas bien si la AFA es manejada por un desprolijo con aspecto sindicalista que contrata a un técnico sin experiencia. Maradona no tenía que bajar a buscar la pelota en el campo propio como sí lo hace Messi.
No voy a discutir que la selección masculina juega mal. Ni siquiera sabe a lo que juega y no se entienden los cambios de Scaloni. Messi aparece de a ratos y en la pelota parada no está fino. Como en el área tampoco lo está porque erró goles en jugadas que no suele fallar. No soy terco. Lo que no voy a tolerar es que se lo critique por una supuesta falta de actitud cuando eso la tiene.
¿Que en Barcelona la mete y en Argentina no? ¡Por supuesto! Si allá sólo se preocupa en jugar al fútbol y no en pagarle a los empleados del club como sí sucede en la AFA mafiosa.
Podría haber escrito algo sobre Correa, madre de mellizos y cajera en la Municipalidad de Villa Gobernador Gálvez. O de Florencia Bonsegundo, la cordobesa que fue figura frente a Escocia y juega en Huelva de España. Bien merecido lo tendrían. Mujeres con identidad propia, que son un ejemplo y que son minimizadas a la comparación injustamente. Dicen que las comparaciones son odiosas y acá está el resultado.
Comentarios