Es una realidad que el fútbol levanta pasiones, despierta en nosotros el sentido de competitividad. Nos lleva a tal punto que nos sumerge en cuestiones tan infantiles como: “mi equipo es el mejor” o “tenemos el

Mejor estadio” o “que jugador es mas famoso y que ha hecho”, cuestionamientos infantiles que son parte de la cultura futbolística de nuestras sociedades. Y es entendible que existan estos cuestionamientos de lo contrario el fútbol no sería un deporte de pasiones, sino un simple ejercicio físico lineal y horizontal sin emociones, únicamente dirigido hacia la competitividad.

Pero cuando estos cuestionamientos repetitivos no tienen lógica, ni fundamento, llegan a exasperar y sacar de quicio al más sensato de los seres pensantes. Así pues querer comparar al fútbol y al futbolista mexicano con el resto de sus pares del área, llámese Centroamérica (con excepción de USA) no tiene sentido. El fútbol mexicano está a ańos luz del resto de la CONCACAF, tiene mejor infraestructura, mejor liga, mejores fuerzas básicas y sobre todo recursos económicos casi ilimitado, mientras que en el resto del área el fútbol es parte de una economía de tercer mundo por lo tanto la diferencia siempre será grande, habrán excepciones y muy contadas en el terreno deportivo frente al gigante del área. No digo con esto que periodistas y aficionados deban cambiar sus discursos y bajar sus estandartes de guerra frente a sus pobres vecinos, de lo contrario no habría negocio; pero cuando estas banderas se levantan y rallan en la

Prepotencia pierden el respeto y es allí cuando, generan más rencor y odio deportivo.

Para finalizar he llegado a la conclusión que esto es parte de la cultura futbolística, que el grande se enseńoree del pequeño, y que si este Llega a obtenerlo una victoria, celebrara como si hubiera ganado un mundial.

Esto es fútbol y que viva el

Futbol