El basket venezolano en los últimos años ha logrado destacadas actuaciones a nivel internacional, tanto por parte de su selección nacional, así como en competencias de clubes a través de Los Guaros de Lara. Ahora bien, estos éxitos que se recogen en la actualidad son producto de lo que se cosechó ya hace unos cuantos años atrás a raíz de la creación de la Liga Especial de Baloncesto en el año 1974.

En la Liga Especial, antecesora de la actual Liga Profesional de Baloncesto, nacieron los ídolos de los fanáticos de basketbol que consolidarían a esta disciplina como el segundo deporte en popularidad en Venezuela luego del béisbol. Uno de esos indiscutibles ídolos, quizás el mayor de todos, es la máxima leyenda de nuestro baloncesto, el norteamericano nacionalizado venezolano, Sam “El Mago” Shephard.

Quien escribe esta nota, cuando era un niño, tuvo la oportunidad de ver en persona jugando al Mago Shephard, y de verdad, era increíble lo que hacía con el balón, su dribling endemoniado, su velocidad, sus fintas, las penetraciones al aro, los pases, y sobre todo, su liderazgo en la cancha. Salvando las distancias por supuesto, pero en su época, Sam Shephard representó algo así, a lo que Michael Jordan fue para la NBA. Si temor a equivocarme, buena parte del entusiasmo y fervor por el baloncesto que se fraguó en los primeros años de la Liga Especial, se debe a la magia que Shephard exhibió en los gimnasios de la época.

Shephard vino por primera vez al país en el año 1975, segunda temporada de la Liga Especial, defendiendo los colores de las Panteras del Táchira y quedándose con el subcampeonato, al perder en la Final con los Legisladores de Carabobo. En la temporada siguiente el Mago logró el primer campeonato de los sietes que alcanzaría en Venezuela, al vencer con sus Panteras del Táchira, a los Ahorristas del Caracas.

Sam Shephard defendió en nuestro país a los equipos Panteras del Táchira, Panteras de Lara, Gaiteros del Zulia, Trotamundos de Carabobo y Guaqueríes de Margarita. Como se indicó antes, Shephard ganó siete coronas, y cuatro de ellas, con aquel súper conjunto del Trotamundos de Carabobo que ganó consecutivamente los torneos de los años 1986, 1987, 1988 y 1989.

La divisa del Trotamundos para aquellos años, además de Sam, tuvo jugadores tan destacados como Al Smith, quizás el mejor importado que haya venido a nuestro país, y estrellas criollas como Iván Olivares, Alexander Nelcha, Allison García, Rostyn González y Luis Jiménez, que dan una idea del gran poderío de ese team que reinó en el baloncesto venezolano durante cuatro años seguidos.

El Mago Shephard fue el primer jugador extranjero nacionalizado venezolano que representó a nuestro país en competencias internacionales, habiendo participado en el Mundial de Argentina de 1990, en el Sudamericano de Valencia en 1991, en el Preolímpico de Portland de 1992 y en los Juegos Olímpicos de Barcelona de ese mismo año.

Sam defendió los colores de Venezuela, con tanta o más pasión que los jugadores nacidos en el país, y esto fue siempre fue reconocido y valorado por la afición del baloncesto en nuestro país.

Por todo lo dicho, y muchas cosas más, la huella del Mago Sam Shephard será por siempre imperecedera e imborrable en la historia del baloncesto venezolano.