Uno de los aportes más grandes de los deportes a la sociedad, es la necesaria adaptación de quienes participan de ellos (tanto deportistas, jueces, árbitros y público) al sistema de normas que rodean los mismos.

Los deportistas desde jóvenes, lo primero que van incorporando en sus conductas, son estas normas, que enmarcan su capacidad de acción, permitiéndoles o no llevar a cabo determinado comportamiento. Entramos entonces aquí en un campo que va más allá de los deportes, el de la psicología conductista.

Como seres sociales que somos, nuestro comportamiento está limitado por un conjunto de normas (constitución, leyes, reglamentos, etc.) necesarias para una armónica relación de quienes conviven en los diferentes espacios sociales, el ejercicio de los derechos, pero también el cumplimiento de los deberes. De allí que los deportes de manera muy particular incorporan en sus participantes desde muy jóvenes la necesidad de cumplir normas como elemento indispensable para la pertenencia o participación de cualquier disciplina.

El caso de J.R.Smith, es un ejemplo muy claro de aquellos que por buscar fama o simplemente por rebeldes o anárquicos, llevan a cabo acciones que dentro de las normas que les aplican no están permitidas, exponiéndose a sanciones, que necesariamente deben imponerse para evitar la propagación de conductas fuera de lo permitido. Más aún, como padres se generan expectativas porque no queremos este tipo de comportamiento como ejemplo para nuestro hijos, los futuros deportistas y miembros activos de nuestras sociedades.