Con mi amigo Agustín habíamos pensado en la posibilidad de ir al partido despedida del uruguayo Rodrigo Mora cuando nos enteramos que se estaba organizando. Nunca más hablamos del tema hasta que me llamó el día anterior para decirme que conseguía entradas. Por supuesto que no me quería perder semejante fiesta y pactamos para encontrarnos al otro día.

La salud le jugó una mala pasada y no pudo, pero yo tuve la suerte de ir y fue una fiesta. Es que la fiesta está garantizada cuando te juntás en tu casa y con amigos, como lo hizo Mora en su despedida.

No fui con Agustín pero compartí ese momento hermoso con su madre y su hermano. Era una sensación hermosa caminar en medio de tantas camisetas de River, contando anécdotas y recordando partidos de River.

Llegamos a la platea Belgrano Alta con paso cansino tras subir las escaleras interminables. Es imposible no conmoverte con semejante templo del fútbol lleno de historia. Conseguimos buenos lugares y nos entretuvimos con selfies mientras esperábamos el comienzo del partido.

El estadio Monumental se llenó. Todo era rojo y blanco. Armaron un escenario en el medio de la cancha y una pasarela roja, formando el número siete, dorsal del ex delantero millonario. Apareció el conductor Guillermo López con su pelada y su innegable carisma. Agitó al público y nos hizo cantar “Dale Campeón” antes de presentar uno a uno los jugadores. Campeones de la Libertadores 2015 y 2018 juntos. La primera ovación fuerte se la llevó el lateral de la selección argentina, Milton Casco. Las palmas de las manos quedaron irritadas de tantos aplausos a todos los jugadores: Leo Pisculichi, Ariel Rojas, el Lobo Ledesma, Leo Ponzio, Cavenaghi, Vanggioni, Enzo Pérez, Nacho Fernández, Lucas Pratto, Javier Pinola y Juan Fernando Quintero, entre otros.

El estadio se vino abajo con la participación de Francéscoli, Alonso, Ortega y Gallardo, actual técnico de River. Atilio Costafebre, relator partidario de River jugó en la transmisión con eso de no pegarle al entrenador porque no juegan el próximo partido.

No podían faltar Brian Buley y Abel Ayala, los actores de El Marginal; amigos de Morita, que participó de la serie exitosa.

Antes del presentar a Mora, se exhibieron las nueve copas ganadas por el ex jugador. Los aplausos sonaron más fuertes al aparecer el homenajeado con su hijo Máximo en brazos.

Pablo Lunati pitó para dar inicio el juego, y como corresponde a esta clase de espectáculos, el trámite del partido fue muy distendido y los protagonistas se tomaron licencias para divertir al público. El mayor protagonista fue Brian Buley. El actor de menudo tamaño se instaló en el área rival y pudo festejar dos goles. Abel Ayala, en cambio, se llevó silbidos tras perder un gol.

Cada vez que el Muñe y el Burrito tenían la pelota, la hinchada le demostraba su cariño con una ovación eufórica. Cada uno demostró su calidad intacta.

El relator aprovechó la falta de Pérez a Francéscoli para hacer un juego de palabras, ya que los dos se llaman Enzo.

El excéntrico Pablo Lunati no podía pasar desapercibido e hizo una sátira del VAR en algunas jugadas y dándole un penal para que convierta Rodrigo Mora.

Al igual que en la despedida de Francéscoli, Mora se dio el gusto de hacer entrar a su hijo para que jugara con él y convierta un gol.

El partido terminó y hubo tiempo para la emoción y las lágrimas del uruguayo, despidiéndose de la hinchada y dejando un mensaje: que disfruten el momento porque no saben cuándo se va a terminar. Dio la vuelta olímpica con las canciones de la hinchada de fondo y los fuegos artificiales iluminando la noche.

Me quedo con la imagen de un niño, mirando desde arriba de todo la caravana de los hinchas alejándose del Monumental hasta que haya que volver a otra fiesta.