Divertite Pibe. El día que debutó en Primera Javier Pedro Saviola

Estás en tu cuarto, acodado sobre el escritorio y con los dedos de tu mando derecha hundiéndose en tu pelo. Estás intentando hacer la tarea, y de repente, sentís la voz de tu mama que te llama.

Levantás la cabeza, dejás caer el lápiz sobre el cuaderno y salís de tu habitación. Te encontrás a tu madre con una mano en la cintura y la otra sosteniendo el tubo del teléfono. Fruncís las cejas porque no esperás ningún llamado. Vas a atender y reconocés la voz que está del otro lado.

Al principio no entendés nada. Te cuesta reaccionar cuando te dice que vas a concentrar con el plantel de primera y tenés que viajar.

Cuando por fin caíste, te empieza a temblar la voz, la mano que sostiene el auricular y las piernas. Le agradecés al entrenador tartamudeando. Cortás y cuando volteás, tu mamá sonríe con tu bolso de viaje preparado y apoyado en el piso. Vas corriendo y la abrazás. Todavía seguís temblando.

Es el día del partido y estás en el banco. Un domingo caluroso en el norte argentino. El entrenador te mira y te hace seña para que te prepares. Saltás del banco y trotás al costado de la cancha mientras mirás de soslayo.

El técnico te hace seña de nuevo y vas a buscar la camiseta. Te queda enorme. Es lógico, tenés 16 años.

El DT te abraza sobre el hombro y te da las indicaciones al oído. Con una palmada en la espalda escuchás un "Divertite, pibe".

El defensor contrario te ve tiernito y te amenaza para que no pases por su lado. Pero a vos no te importa.

Te queda una pelota y encarás al arco. Agarrás distraída a la defensa, estás mano a mano con el arquero y definís cruzado. Gol. Corrés hacia la línea del lateral, te arrodillás, te levantás la camiseta para taparte la cara y te dejás caer. Debut en primera y gol. Así, de la nada; de un día para el otro, cumpliste tu sueño.