Gabriel Omar Batistuta es de esos jugadores unánimes. Esos que aparecen en la tele y dejás porque inspira ganas de escucharlo.

Dueño de los suspiros de hombres y mujeres, Batigol se ganó un lugar en el corazón de todos los que nos gusta ver flamear la celeste y blanca.

Nos sorprendió cuando contó que su carrera deportiva la continuó más bien por insistencia de su entorno que por convicción suya. Él quería estudiar medicina.

Debutó en Newells Old Boys, pasó por River y supo brillar en Boca Juniors formando una de las duplas ofensivas más recordadas de la década del 90 junto a Diego Fernando Latorre.

Bati llegó a Italia para quedarse. Fue figura, autor de los goles más espectaculares y de distinta factura: goles de cabeza, de chilena, de tijera, de tiro libre y de vaselina. Pero su mayor característica fue la potencia.

Disfrutó ser el máximo goleador del seleccionado argentino hasta que lo superó un tal Lionel Messi. Gritamos sus goles en la final de la Copa América en Ecuador 1993 contra México.

Con 356 goles en 632 partidos (entre clubes y Selección Argentina) cerró su carrera con un promedio de 0,56 goles por partido. Algo así como un gol cada dos partidos. No es casual que se lo llame Batigol.

Hay algo que se acentúa en la actualidad. Que quizás en su actividad profesional no se notaba tanto o no se tenía la dimensión de ellos: es su entrega incondicional a la Selección Argentina. Un futbolista que no medía su esfuerzo y su sacrificio con tal de estar siempre. Un jugador argentino que siempre demostró ese orgullo por vestir la camiseta albiceleste como sea. Sano o entre algodones.

Una decisión que lo llevó a terminar con un físico deteriorado y un tobillo que le trajo complicaciones, a tal punto, que tuvo que someterse a cirugía porque los dolores no lo dejaban vivir.

Además, es de esos ex deportistas que aparece públicamente dando buenos mensajes y ejemplos. La semana pasada participó de un programa de televisión y no fue la excepción. Junto a uno de sus hijos, Thiago, dijo un par de frases que a uno lo identifica y está de acuerdo.

Mensajes tales como: me hubiese gustado poder ir a las reuniones de padres y hablar con los maestros, preguntarles cómo va en la escuela, si se porta bien. También supo dar el ejemplo cuando se hizo público que uno de sus hijos trabaja en una fotocopiadora: “Para mí que mis hijos trabajen es regalarles dignidad” dijo en un programa de radio. Dijo que él podría comprarle un auto a su hijo pero se valora más cuando uno lo consigue por sus propios méritos. Que ser el hijo de alguien famoso y con un buen pasar económico no desvirtúe la visión sobre la vida.

En definitiva, Batistuta nos deja los mejores recuerdos tanto en su vida como futbolista como la de ex futbolista.