Estaba claro que el partido de vuelta de los Octavos de Finales de la Champions League entre PSG y Barcelona solo sería un partido de trámite. Así fue. La eliminación del Barcelona estaba excesivamente cantada. Un PSG enormemente superior en la ida, liderado por un chaval de 22 años, que ya sabe lo que es ser campeón del mundo con su selección en el primer mundial que participa, contra un genio en decadencia que pronto llega a 34 años y no ha logrado nada con la siempre poderosa Argentina.

Muy lejos están esos años gloriosos del Barcelona que encantaba al mundo de la mano de Iniesta, Xabi y Messi entre otros. No parecía haber límites para conquistar títulos. Después del retiro de los dos primeros, Messi quedó como una sola Flor, incapaz de hacer primaveras por sí sola. Dejando las dudas si toda su magia solo era el resultado de la magnifica capacidad de Iniesta y Xabi para potencializarla. EL rendimiento ha decaído de la mano de su baja motivación por el equipo, con el que ya no se encuentra cómodo y del que se quería ir, pero obligaron a quedarse. Para atizar el problema, el técnico escogido para el equipo, Koeman, no es precisamente un catedrático en el arte de motivar a un jugador de tal magnitud.

El partido corrió con un entretenido juego y acercamientos de ambas partes. Con un Griezmann que aporta unos pocos gramos cuando se está esperando kilos de él. Como muchos jugadores que eran figuras en otros equipos, al llegar al Barcelona no lograron encajar en el papel secundario de ser el ayudante de Messi, que termina llevándose todas las miradas y créditos. Dembelé con las ganas y empuje de siempre. Demostrando que le importa poco ser un peón, siempre que su equipo pueda dar mate. Pero hacía falta mucho más que empuje y ganas para ganarle a un PSG que aún si Neymar, tiene a Mbappé que lidera y resuelve en el terreno de juego cada dificultad.

El PSG demostró que este año está para finalmente lograr en anhelado título escapado la pasada temporada, y el Barcelona no tendrá otra que entender que el ciclo de gloria acabó hace años. Que Messi ya no es tan decisivo y hace años ya no es el mejor jugador del mundo como insisten sus hinchas en gritar. Toca buscar una renovación y renacimiento porque ya el combustible extra se terminó. Hace rato se terminó.