Cuando todavía está muy latente el reciente mundial de Rusia 2018, les damos más de una razón positiva del bienestar que genera el mundial de fútbol en los individuos que se sientan a disfrutarlo.
Cuando todavía quedan algunos ecos de Rusia 2018; Hay varias razones para creer de porque el mundial es bueno: El mundial es el evento universal por excelencia. Lo único que puede llegar a alterar -un poco- el orden que rige todos los días en el mundo.
Porque la mente necesita una pausa de tanta sobrecarga entre las rutinas y problemas cotidianos de todos los días, sumado a los factores externos del lugar que habite el individuo. Muchas veces es prácticamente imposible que pueda ignorar algunas coyunturas de sus crudas realidades con la que tienen que lidiar a diario. Muchas realidades van desde desdé tener que convivir con la muerte y la crueldad dentro de una dura realidad. El mundial tiene la necesidad de distraer un poco a los individuos, de las saturaciones rutinarias con las que ellos conviven a diario. Salir un poco de eso (aunque sea dos horas), para permitirse un entretenimiento cargado de emociones, donde hay una necesidad de renovar ese viciado aire de todos los días, haciendo lo mismo una y otra vez.
El mundial tiene una especie de micro realidad tan singular, donde el que lo experimenta, no vuelve a sentir la misma realidad que vivió en ese mundial tan particular que recuerda. En esta vida es necesario evadirse un poco de lo externo, aunque sea por un rato.
Es bueno que el individuo este en comunión con otros individuos con el mismo sentimiento y emociones, el compartir ese momento, que muchas veces no es del agrado de personas con cierto complejo de grandeza, poniéndose encima de la gente que le gusta el mundial. Estos personajes que lo general utlizan ese léxico tan retrogrado “El futbol es el opio de los pueblos”, “El fútbol es el circo romano de hoy en día”; en muchas ocasiones estas frases salen de boca de intlectuales, como si fuera algo tan vulgar que la gente se entretenga mirando fútbol. Hay que recordar que el fútbol es un entretenimiento como lo son las series que muchos críticos miran por Neflix, sin un argumento que invite mucho a la imaginación que digamos.
A la gente la acusan de tonta por evadirse de una realidad que los supera, donde no tienen la mínima chance de cambiar con su incidencia; bueno, salvo el caso que lleguen al extremismo de atentar. Pero por lo general al individuo les llega por todas partes los reclamos, es necesario que se descomprima un poco.
El mundial tiene esa cosa única e inigualable donde te puede cambiar un malhumor social, de una realidad plaga de problemas económicos y otras catástrofes. Voy a dar el ejemplo del mundial de México en el ’86: nueve meses antes de organizar su segunda copa del mundo, la ciudad de México sufrió uno de las peores catástrofes de su historia: el terremoto. La tragedia genero un sentimiento de unidad tan grande entre los mexicanos mismos, que cuando peligraba México como sede, se hizo un esfuerzo sobrehumano tan grande por sacar adelante esa tragedia que cuando vino la copa, a ´pesar no ganar el mundial, ese ´primer partido que triunfan contra Bélgica, se celebró como pocas veces en la historia de México El equipo se embandero en ese emocionante sentimiento nacional de pertenencia que el mexicano dio como ejemplo al mundo entero por esos días.
En el año 1995, cuando se realizó el mundial de rugby en Sudáfrica (aunque no sea fútbol se le acerca), Sudáfrica estaba al borde una sangrienta guerra civil que hubiera costado la vida de millones de personas. Nelson Mandela aprovecho que el mundial de rugby se jugaba en Sudáfrica, que a pesar de ser deporte de los blancos, embandero a una nación detrás del equipo de los ‘Sprinbocks’. Nelson Mandela utilizo toda su capacidad política ´para que la nación se identificara con el que hasta poco tiempo antes, era el ‘equipo de los blancos’, para ser el de todos. En la final se logró esa unión que hasta meses antes de aquel mundial de rugby en Sudafrica, parecía imposible. El sentimiento de pertenencia que hubo antes y después de aquella histórica final en la que los Sprinbocks vencieron a los All Blacks – Nueva Zelanda-. La felicidad que hubo por esos días en Sudáfrica evitaron un interminable baño de sangre que estaba listo.
Para muchas personas que aborrecen del fútbol, les cuesta digerir que la gente se prensa en esa especie de sobredosis futbolera. Un mundial puede unir a una familia bajo el mismo sentimiento, como puede alejar a una pareja donde la intolerancia de el o ella por estar frente a la televisión, evitando el día lindo para salir a tomar algo por ahí, y el centro de su atención que este fijo en el aparato durante un mes.
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