Recién había firmado el contrato. El Tata Martino llegó al Camp Nou contento y despreocupado. Así fue siempre, incluso como jugador. No corría por el balón, lo suyo eran la pausa y el toque. Un 10 natural, aunque en realidad en Newell’s usaba el 8.

Así llegó el Tata a Barcelona

Iba de traje claro a rayas tenues, sin accesorios. No creyó necesitar más: al fin y al cabo, en la conferencia iban a hablar de futbol, de su trayectoria y del equipo, no de reglas de etiqueta. Pero antes de entrar al 'Auditori 1899', donde ya los esperaba la prensa, sus acompañantes le hicieron saber su omisión: no llevaba corbata.

En Barcelona los medios acusan los detalles. Aquello podrían interpretarlo como un mal augurio. Por eso Juanjo Castillo, asesor del presidente, resolvió el tema con diligencia. Recordó que Josep Bartomeu, entonces vicepresidente del club, usaba con frecuencia una corbata que iba perfecta con el traje de Martino. Corrieron a buscarla, y por suerte la encontraron en el armario de la oficina del dirigente.

Así, vistiendo corbata ajena, el Tata se convirtió en el nuevo entrenador del Barça. Contestó a las preguntas de la prensa como en su época de jugador: pausado, manejando los tiempos, respuestas cortas o largas según el caso. Ese día fue técnico y un poco, también, directivo.

Gerardo Martino ganó 3 campeonatos con Newell’s, y uno más como entrenador. Una sección de la grada lleva su nombre. En Paraguay logró 4 títulos de liga, y llevó a esa Selección a cuartos de final en Sudáfrica. También conquistó la MLS con el Atlanta United hace unas semanas.

Ya es director técnico de la Selección Mexicana. En su presentación ante los medios, obsesionados siempre con el quinto partido, habló claro y se le vio tranquilo. No prometió imposibles, pero asumió la encomienda optimista y sin rodeos.

Lució elegante: traje oscuro, camisa clara, y por supuesto, una refinada corbata negra de puntos blancos, cuyo dueño aún se desconoce.

Mauricio González

#Sie7ecero